El comportamiento de un animal depende en gran medida de su capacidad de detectar cambios en su entorno usando los sentidos del tacto, olfato, vista y oído. Una vez ha detectado un cambio o un "estímulo", evaluará la situación y reaccionará al mismo.
Los animales a menudo producen el mismo tipo de respuesta al mismo estímulo, es decir, un cordero joven seguirá instintivamente a su madre cuando esta se mueva. Estos comportamientos innatos son por lo general relativamente predecibles, aunque modificados por experiencias previas. Los operarios pueden usar este conocimiento para animar a los animales a reaccionar de un modo determinado.
Los comportamientos se pueden modificar como consecuencia de experiencias previas y la reacción del animal a ellas. Por ejemplo, si un animal ha tenido una mala experiencia al ser cargado en un camión, la siguiente vez que lo vayan a cargar será más difícil, ya que el animal ha aprendido a asociar el camión con una experiencia negativa.
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